Este proyecto toma como punto de partida el propio edificio del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), proyectado por los arquitectos Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto. El diseño del edificio está basado en una planta a base de hexágonos, inspirada en la decoración geométrica utilizada por la arquitectura de tradición islámica, muy presente en la ciudad de Córdoba. El C3A es uno de los últimos centros de arte construidos en el estado español que pretendía alcanzar el denominado “efecto Guggenheim”: utilizar un elemento arquitectónico monumental -normalmente un museo o centro cultural- para regenerar la economía de una ciudad a través de la dinamización de la industria turística y la especulación inmobiliaria.
El edificio comienza a construirse a finales del año 2008, justo el año en que estalla la crisis económica, inaugurándose ocho años después: el día 19 de diciembre de 2016. El centro nace ya como una ruina, pues el edificio estaba proyectado para un modelo económico de opulencia, anterior a la crisis. Esta situación obliga a inaugurar con un equipo humano muy limitado y repensando el uso original de sus espacios, de la misma forma que se repiensan los usos cuando se reutiliza una infraestructura patrimonial (cuando se convierte, por ejemplo, un matadero en centro cultural o una fábrica de tabacos en un centro universitario).
“Take Care of the Collection” se propone utilizar el carácter de “ruina” del edificio del C3A para poner en crisis el paradigma que dio lugar a su propia construcción, proponiendo un nuevo paradigma que pretende sustituir el ímpetu por la construcción por la reincorporación del cuidado y la naturaleza. Por otro lado pretende aprovechar la idea de “ruina” (como construcción humana que la naturaleza se reapropia) para hablar de la no separación de los conceptos “ciudad/naturaleza” o “cultura/naturaleza”. Para ello se decidió producir una pieza basada en el mismo edificio, que se "hizo estallar", convirtiendo cada uno de los diecisiete hexágonos que componen su planta en maceteros de cemento encofrado. Se optó por la forma de macetero porque es una estructura de cuidado, un elemento “arquitectónico” que mantiene la vida de un ser no-humano: la planta. Por otro lado los maceteros son un elemento muy popular en la ciudad de Córdoba, se pueden ver en numerosas zonas comunes y en los tradicionales patios. Constituyen pequeñas porciones de naturaleza que colonizan la ciudad gracias al cuidado desinteresado por parte de sus habitantes.
A partir de esta idea se generó un sistema compuesto por una serie de elemento “artificiales” (los maceteros), una serie de seres no-humanos (las plantas) y un elemento tecnológico (un sistema digital de riego automático). Los maceteros se construyeron con cemento encofrado, respetando las formas que el propio material adoptaba en los encofrados para potenciar esa percepción de “ruina” del edificio, que es colonizado por una serie de plantas En este caso plantas “domésticas”, a medio camino entre lo natural y lo humano). El sistema queda completado por un equipo de riego automático y por una serie de tutores que pretenden ayudar a mantener erguidas a las plantas durante el tiempo que duró la exposición.
La pieza, por tanto, propone utilizar el edificio de Nieto-Sobejano para poner en crisis el modelo que lo hizo posible, tratando de incorporar posibles nuevas vías de actuación, basadas en el cuidado (María Puig de la Bellacasa), la reparación (Donna Haraway), la relación simétrica con lo no-humano (Bruno Latour) o la no separación entre los conceptos natural y artificial (Timothy Morton).
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